martes, 26 de mayo de 2009

El Golem

"La Kabbalah nos enseña que la materia muerta no está realmente muerta..."
Isaac Bashevis Singer. "El Golem" (1982).

Existen varias leyendas acerca del Golem en la tradición judaica, pero la más famosa de ella es, sin lugar a dudas, la del Rabino de Praga**.
El rabino Yehuda Löw (Castellanizado es: Judá León), también conocido como Maharal,(מהר"ל - el acrónimo de las iniciales en hebreo de Moreinu ha-Rav Loew, "Nuestro maestro el Rabbi Löw") es considerado como un Sabio de Israel por los judíos observantes; era un profundo conocedor de la kabbalah y se le atribuían poderes especiales, le llamaban también "el hacedor de milagros".
En 1572 Maharal estaba a cargo del Rabinato en la ciudad de Praga, y su principal tarea fue la de desmentir las llamadas "Calumnias de sangre", las cuales consistían en atribuirle a los judíos el asesinato de cristianos para beber su sangre en la festividad judía de Pesaj. Simplemente se trataba de arrojar el cadáver de un cristiano a la propiedad de un judío, y se difundía el rumor del "crimen ritual judío", y como el pueblo hebreo cargaba con el estigma de ser considerado el pueblo deicida, la muchedumbre sedienta de sangre se dirigía al barrio judío de la ciudad. Pese a que los rabinos y eruditos judíos explicaban la absoluta prohibición de matar, según las Tablas de la Ley, y que la ingesta de sangre siquiera de un animal es abominación para los judíos, las falsas acusaciones persistieron. Pero finalmente Judá León mantuvo un debate público con el Cardenal John Silvester, en donde refutó cada una de las acusaciones inexistentes en contra de la judería local. Silvester quedó favorablemente impresionado con las declaraciones del rabino, entonces solicitó al Emperador Rudolf II de Habsburgo decretar otorgarse un juicio justo a cada judío acusado de crimen ritual, y durante el mismo debe estar presente un rabino de la localidad.

Aún con las medidas decretadas por el monarca, los crímenes contra los judíos no cesaron. Incluso el sacerdote católico Thaddeus comenzó una fuerte conspiración contra la judería local.

Ante el creciente antisemitismo en la región, en la primavera de 1580, el Maharal, asistido por su yerno Rabi Itzjak ben Shimshon Hacohen Katz y Rabi Iaakov Jaim Haleví Sassón, sus más cercanos discípulos, crearon una figura de barro del río Vlatava, cercano a Praga. Se trataba del Golem. Esta figura antropomórfica estaba animada por técnicas cabalísticas desconocidas para el judaísmo secular implementadas por el rabino Löw, entre las cuales estaba el ritual de escribirle uno de los setenta y dos nombres inefables de Dios en la frente al coloso, por lo cual éste no podía hablar, ya que las letras son mudas. El Golem no tenía un nivel de inteligencia comparable a la del hombre, ya que sólo estaba capacitado para cumplir órdenes sencillas, por lo cual se le ordenó hacer guardia en el barrio judío de Praga.

Cabe señalar la semejanza entre el relato judío del Golem y la novela de ciencia ficción "Frankenstein" (1816), en donde Mary Shelley plasma la historia de un científico que crea un hombre a partir de cadáveres, el cual termina volviéndose contra el creador, al igual que el de la novela de Singer... y que el del relato de Praga.

Cierto día el Maharal se ve sorprendido ante un escenario macabro: se trataba del Golem que había creado, estaba causando estragos y había incendiado parte del gueto de Praga, a lo cual el rabino atinó a darle la oden de abrocharle los zapatos (algunos dicen que le ordenó lustrarle las botas), de modo que al incarse el servidor, Löw le borró una de las letras hebreas que tenía escritas en la frente, y el Golem ya no se movería nunca más.

En honor a la gran labor de rabino Judá León, se esculpió una figura en su honor llamada "Der Hohe Rabí Loeb" -El Gran Rabí Loeb, lo cual nos deja una pista más de que no se trataría sólo de una narración perteneciente al folklore de la zona.

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El afán creador es omnipresente en la historia de la humanidad, es más, la idea de la creación de un monstruo enfurecido y frenético ha pasado a convertirse en un tópico más de la literatura de nuestros días. Y el temor a perder el control sobre nuestras propias creaciones y acciones es muy relevante hoy, ya que, a diferencia de antaño, donde el hombre pretendía animar las estatuas conmemorativas a los dioses para hablar con ellos, hoy las personas crean máquinas a fin de doblarle la mano a su naturaleza mortal e imitar a Dios.
Como Löw, podríamos crear un hombre de barro, darle vida, pero no podremos llegar a la perfección de las leyes naturales, incluso el Golem de Praga era mudo, porque el hombre no puede otorgarle la perfección que no tiene él mismo a su propia creación.

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** El Maharal de Praga - Referencia del Sabio de Israel

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